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La economía lineal es un sistema basado en extraer recursos naturales para fabricar productos que terminan como residuos, no aprovechándose todo el potencial de los materiales. Es un sistema contaminante que degrada los sistemas naturales, siendo el motor del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La revolución industrial sentó las bases de esta economía lineal, en la que se hacía uso de las materias primas y la energía como si fueran infinitas, provocando la destrucción del capital natural, como es el caso de la degradación de los suelos, la contaminación de los océanos, la pérdida de biodiversidad o la deforestación.
La transición hacia una economía circular en la Unión Europea se remonta al año 2015, cuando la Comisión publicó su Plan de Acción de Economía Circular, que establece el ambicioso objetivo de tratar los residuos como un recurso para el año 2020 y convertir la economía europea en una economía circular. Se puede considerar que los cuatro pilares básicos para la transición hacia la economía circular son:
La economía circular es un modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantienen en la economía durante el mayor tiempo posible, en la que se reduzcan al mínimo la generación de residuos y se aprovechen con el mayor alcance posible los que no se puedan evitar,
desvinculándose la actividad económica del consumo de recursos finitos.