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Nelson Mandela decía que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Por ello, con el fin de concienciar a la población sobre la importancia del medioambiente y el desarrollo sostenible, se celebra cada 26 de enero el Día Mundial de la Educación Ambiental.
El 26 de enero de 1972 las Naciones Unidas organizaron una jornada medioambiental donde se formalizó la Declaración de Estocolmo, declarando la educación ambiental como una prioridad. Tres años más tarde, en 1975, se celebró el llamado Seminario Internacional de Educación Ambiental donde se firmó un acuerdo entre diferentes países para fijar unos principios, metas y objetivos tanto de carácter ambiental como educativo. En concreto, ese pacto se conoce como la Carta de Belgrado.
Según el Congreso Internacional de Educación y Formación sobre el Medio Ambiente, la educación ambiental es un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros.
Además, la educación ambiental presenta unos principios básicos que se incluyen en el Libro Blanco de la Educación Ambiental:
En la actualidad, el cambio climático, el agotamiento de recursos naturales, la biodiversidad y los retos ambientales, sociales y económicos suponen una adaptación urgente en los espacios educativos para cumplir la Agenda 2030 de la ONU. Por lo que, la educación ambiental es una causa de gran importancia para ofrecer al futuro próximo una mejor sostenibilidad medioambiental y mayor calidad de vida hacia todo lo que nos rodea.