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Al este de la india, al norte del río Damodar, arden unos 70 incendios en la cuenca carbonífera de Jharia. El mayor complejo de minas de carbón del mundo. Las minas de carbón de la localidad se incendiaron en 1916 y nadie ha podido apagarlas. La mayoría de los incendios en esta ciudad, son provocados por la exposición del carbón al aire durante las operaciones mineras. Por si fuera poco las partículas y los gases nocivos emitidos por el carbón ardiendo, a lo que se le añaden, los óxidos de azufre, carbono y nitrógeno han causado enfermedades que van desde el derrame cerebral a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. También el suelo se derrumba, arrasando con edificios y personas. Por lo que para escapar de todos estos peligros, comunidades enteras han sido trasladas por el gobierno indio. La terrible noticia es que queda combustible para miles de años más y se calcula que cerca de 1.500 millones de toneladas de carbón son inaccesibles debido a la combustión. Cómo consecuencia Jharia seguirá ardiendo hasta que se desarrollen y apliquen procedimientos eficaces de prevención y extinción de incendios o hasta que el carbón se consuma por sí solo. Cabe resaltar que teniendo en cuenta la gran cantidad de carbón que ha ardido desde 1916, si toda la cantidad inaccesible restante ardiera al mismo ritmo medio, los incendios podrían durar otros 3.800 años.
Por otro lado, los de Jharia no son los únicos incendios de carbón del mundo. Ya que se ha investigado que hay miles de incendios de carbón en al menos 22 países de todos los continentes excepto la Antártida. Uno de los ejemplos, es EEUU en el que hay más de 100 incendios subterráneos en al menos nueve estados como Colorado, Kentucky, Maryland, Nuevo México, Pensilvania y Wyoming.
No obstante, también hay incendios de carbón en superficie en al menos 13 estados. Varios de estos llevan quemándose durante décadas y, al igual que el de Jharia es poco lo que se puede hacer o se ha hecho para extinguirlos permanentemente. En conjunto todos estos incendios son de importancia mundial ya que destruyen una valiosa fuente de energía, arrasando así ecosistemas y comunidades humanas. A lo que hay que sumar que emiten toxinas, partículas y metales peligrosos y además liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Es probable que los incendios de carbón aumenten en el futuro, ya que la demanda mundial de carbón, un combustible relativamente barato y accesible, sigue aumentando para satisfacer las crecientes necesidades de las naciones tecnológicamente avanzadas y en desarrollo. Puesto que el número de incendios de carbón notificados en artículos de revistas revisadas por expertos y publicadas en inglés ha pasado de unos 20, a mediados de los años 50 a más de 70 desde los años 80.
Por ello, numerosos investigadores de todo el mundo se han reunido en unas cuántas conferencias a lo largo de los últimos seis años para compartir investigaciones y hablar de soluciones. El problema, a diferencia de los incendios forestales que suelen extinguirse lo antes posible, es que los incendios de carbón pueden arder durante décadas, como en Estados Unidos, durante cientos de años, como en China, o durante miles de años, como en Australia, donde el incendio de carbón más antiguo que se conoce, el de Burning Mountain, lleva ardiendo 6.000 años.
Cuando los bomberos intentan extinguir un incendio de carbón, el proceso es caro, largo y laborioso. Algunos de los métodos más comunes para combatir un incendio de este tipo son excavarlo a mano o con maquinaria y apagarlo con agua, o sellarlo en túneles subterráneos con ladrillos, cenizas volantes u otros materiales para privar al fuego de oxígeno. Sin embargo, cuando los filones de carbón subterráneos se encuentran en rocas que contienen numerosas juntas, fallas y pliegues, puede resultar imposible privar al fuego de oxígeno y extinguirlo. Más recientemente, se han empleado otras tecnologías para combatir los incendios de carbón, como la espuma contra incendios, como la utilizada por la Compressed Air Foam Systems Company (CAFSCO) de Joshua (Texas), cuya espuma puede penetrar profundamente en los túneles, juntas y fallas de las minas subterráneas y sofocar un incendio de carbón privándolo de oxígeno.
Es de vital importancia dado la gravedad y la seriedad del asunto que indaguemos y estudiemos estos incendios, desarrollando estrategias rentables para prevenir, extinguir o abordar estos incendios con el principal fin de cuidar y proteger la salud social y la destrucción del ecosistema. Dado que la exposición a corto y largo plazo incluso a emisiones de bajo nivel puede poner en peligro la salud humana y los ecosistemas silvestres, es importante que los científicos cuantifiquen estos efectos: cuanto más sepamos sobre los incendios de carbón, mejor podremos protegernos a nosotros mismos y a nuestro medio ambiente.