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Cada 7 de julio se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo desde el año 1963 por Hugh Hammond Bennett, científico de los Estados Unidos que luchó por el cuidado del suelo.
Este día está dedicado a concienciar a la población sobre la importancia del suelo de la Tierra para mantener el equilibrio medioambiental. Y es que la contaminación y el cambio climático también afectan al suelo terrestre.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el suelo es un cuerpo natural compuesto por diferentes capas de minerales, materia orgánica, aire y agua tras la influencia del clima, la topografía terrestre y los organismos vivos.
Tal y como apunta Greenpeace, una hectárea de tierra fértil puede albergar más de 300 millones de seres vivos, como los insectos. Asimismo, una cuchara de tierra puede encerrar un millón de bacterias, células y hongos. De esta manera, el suelo supone el hábitat de todos los seres vivos así como la forma de generación de nutrientes para los mismos. Por ello, la importancia de su conservación para mantener seguro el desarrollo de la vida y el soporte de los ecosistemas.
La conservación de los suelos lucha para evitar la desertificación. Un problema medioambiental ocasionado por el cambio climático que origina la pérdida de productividad de nutrientes. La pérdida de calidad del suelo se debe a tres causas principales:
Conservar un suelo se refiere a llevar a cabo actividades que mantengan o aumenten su salud, principalmente en áreas afectadas o propensas a la degradación. Acciones que prevengan o reduzcan la erosión de la tierra, mejore su conservación y mantenga la fertilidad.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estas son las consecuencias cuando los suelos no han sido bien conservados:
De esta manera, es importante cuidar el entorno que nos rodea, especialmente el suelo que sustenta la vida cotidiana de tantos seres vivos. Para ello, existen algunas buenas prácticas que la población, especialmente la agraria, puede seguir como utilizar abono orgánico, realizar siembra directa, realizar rotaciones en los cultivos y evitar contaminar el suelo con cualquier basura o sustancia.