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El suelo, un recurso imprescindible

El suelo puede definirse como la capa superficial que cubre la Tierra, compuesta por partículas minerales, materia orgánica y organismos vivos.

El suelo es la zona de la Tierra donde interaccionan la atmósfera, la hidrosfera y la biosfera. En comparación con la litosfera en su conjunto, el suelo es una capa extremadamente delgada, “la piel de la Tierra”.

Los suelos se forman a partir de la disgregación de la roca madre durante importantes periodos de tiempo, requiriendo de 100 a 1.000 años para la formación de 1 cm de suelo y de muy poco tiempo para su degradación o pérdida. Por ello, el suelo es considerado como un recurso natural no renovable a escala humana.

BENEFICIOS DEL SUELO TERRESTRE

El suelo es la base de todos los ecosistemas terrestres, brindándonos servicios ecosistémicos que permiten la vida en la Tierra:

  • Regulación del clima

  • Regulación de inundaciones

  • Fuente de productos farmacéuticos y recursos genéticos

  • Producción de alimentos, fibras y combustibles

  • Proporciona agua, nutrientes y soporte físico para plantas y otros organismos

  • Almacena materia orgánica, minerales y compuestos químicos, siendo el mayor almacén de carbono del mundo (1.500 Gigatoneladas)

  • Es una gran reserva de agua potable (acumula más del 40% del agua dulce del planeta) y actúa de filtro para el agua subterránea

  • Es hábitat de gran cantidad de organismos vivos

  • Realiza funciones ecológicas esenciales en apoyo de la biodiversidad

  • Es elemento del paisaje y soporte de actividades humanas y del patrimonio cultural

  • Nos suministra materiales de construcción

DEGRADACIÓN DEL SUELO

A pesar de su importancia, el suelo no ha recibido la atención necesaria en cuanto a su uso y gestión, ya que era considerado un recurso infinito. Como consecuencia de esta falta de protección, se estima que el 33% del suelo mundial está degradado, entendiéndose como tal, según la FAO, “un cambio en la salud del suelo resultando en una disminución de la capacidad del ecosistema para producir bienes o prestar servicios para sus beneficiarios”.

Los impulsores de esta degradación son:

  • Cambio climático

  • Deforestación

  • Sobrepastoreo

  • Prácticas agrícolas y sobreexplotación de la cubierta vegetal

  • Actividades industriales

  • Crecimiento demográfico

  • Expansión de ciudades y aumento de infraestructuras

  • Conflictos y guerras

  • Manejo insostenible del suelo

  • Contaminación y eliminación de residuos

Se estima que la erosión del suelo en la Unión Europea afecta a un 7,2% del total de las zonas agrícolas, provocando pérdidas en la producción de cultivos valoradas en 1,25 billones de euros.

La degradación de los suelos tiene múltiples consecuencias, tanto a nivel social como medioambiental:

  • Inseguridad alimentaria y nutricional
  • Pobreza e inseguridad social
  • Migraciones
  • Escasez de agua y problemas con su calidad
  • Rápido cambio climático
  • Alto coste económico en recuperación de suelos
  • Reducción de servicios ecosistémicos

El uso sostenible del suelo es necesario para cubrir las necesidades futuras de la población y la conservación del medioambiente.

El suelo, un recurso imprescindible
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