Avenida de la Industria, 22, El Viso de San Juan, Toledo
Al igual que la sociedad, la economía avanza y evoluciona en función de las necesidades correspondientes. El modelo lineal ha sido, hasta hora, el utilizado en la economía a nivel mundial: extraer materias primas, producir bienes, consumir dichos bienes y desecharlos generando residuos. Esto ha traído muchas consecuencias sociales y medioambientales: la sobreproducción, los daños al ecosistema, la explotación laboral de países en vías de desarrollo, el exceso de competitividad, o los precios volátiles, entre otras muchas.
En la última década, el cambio climático y el daño medioambiental se han constituido como las principales preocupaciones de la sociedad mundial, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Los gobiernos de diversos países, así como grandes empresas multinacionales, han comenzado una serie de cambios para frenar el daño que realizamos los humanos al planeta. Con ello se está llevando a cabo un movimiento sin precedentes que, poco a poco, está haciendo historia. Dicho movimiento ha dado lugar un nuevo término: la economía circular.
La economía circular se constituye como una alternativa al modelo lineal, el cual consistía en que las empresas produjesen productos tras la extracción de materias primas y estos productos se vendían en el mercado. El problema reside en que los consumidores desechan los productos una vez comienzan a carecer del valor original, generando así residuos. Por su parte, la economía circular es, en general, un sistema económico más resiliente y adaptable a la actual escasez de recursos naturales y materias primas.
Asimismo, la economía circular pretende que se reduzca la producción al mínimo posible de los elementos que, por sus propiedades, no puedan volver al medioambiente. Por ello, aboga por utilizar en su mayoría materiales biodegradables en la producción de bienes, para que cuando sean desechados no dañen el medioambiente. Esto se basa en la norma de las “7Rs”: reciclar, rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar y recuperar.
Tal es la magnitud de este fenómeno que ya hay creada desde instituciones hasta delegaciones en los ayuntamientos para incrementar la importancia y el asentamiento de este modelo. Encontramos, por ejemplo, la Fundación para la Economía Circular (FEC), la cual define a esta economía como “la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía”. Sin embargo, este modelo no es viable sin el ecodiseño, es decir, considerar la variable ambiental como un criterio más a la hora de diseñar los productos.
No obstante, este modelo no solo afecta a los envases y al gran consumo, que es a lo que usualmente se asocia. Sino que se aplicaría a otros sectores como la construcción (en el ciclo de vida de los materiales), en la gestión del agua (mediante procesos de mejora y reutilización) o en la movilidad (a través del análisis de los costes de un vehículo en relación a su vida útil y el tiempo de uso).
Los beneficios que genera la economía circular son varios. En primer lugar, desde una perspectiva económica, se estima que si Europa incorporase al completo este modelo se obtendrían 0,9 billones de euros de beneficios más que si se continúa con el modelo lineal. Además, por la parte medioambiental, se minimiza el daño al clima y al medioambiente, así como la emisión de gases de efecto invernadero debido a la utilización de las fuentes de energía renovables. Por último, la sociedad obtendría beneficios gracias a la fabricación de un producto revalorizado, así como a nivel emocional porque se incentiva la cooperación y la participación de la ciudadanía en un cambio histórico.
Por tanto, esta transición hacia la economía circular generaría numerosos beneficios económicos, medioambientales y sociales. Estamos ante una situación climática crítica, por lo que es más que necesario que se lleven a cabo cambios de esta índole para otorgar un bienestar a las futuras generaciones.