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Thomas Midgley nació en Beaver Falls, Pensilvania, el 18 de mayo de 1889, en el seno de una familia de inventores. Estudió ingeniería mecánica en la universidad de Cornell y tras trabajar en la Compañía Nacional de Caja Registradora y como ingeniero de una pequeña empresa de neumáticos fue contratado por General Motors para que encontrase la fórmula de una gasolina que previniese el picado de biela y el característico y molesto ruido que, además, impedía el rendimiento óptimo del motor por falta de la compresión adecuada. Tras realizar ensayos con 33.000 compuestos durante seis años, sólo conseguía el efecto deseado con el etanol, pero era un material muy caro. Finalmente, el 3 de diciembre de 1921, Midgley encontró la solución: el tetraetilo de plomo. Barato de fabricar, abundante e inholoro.
General Motors se asocia en 1924 con la Standard Oil of New Jersey (Exxon) para la comercialización de la gasolina con plomo bajo la marca Ethyl.
El producto es un éxito, la demanda está por las nubes y Exxon construye una planta de producción de Ethyl en New Jersey. Pero la manipulación del tetraetilo de plomo produjo que en la planta murieran 5 trabajadores y otros 35 sufrieran parálisis, temblores y alucinaciones en los laboratorios que investigaban la gasolina con plomo. De los 49 trabajadores de la planta, el 80% murieron o enfermaron.
Para demostrar que la gasolina con plomo no era la causa de estas muertes, Midgley dio una rueda de prensa en Atlanta en 1930 en la que se echó Ethyl en las manos y lo respiró durante varios minutos. A pesar de esto, Midgley sabía perfectamente que el producto era nocivo. Ya en la década de los sesenta comenzaron los estudios sobre la toxicidad del plomo y su acumulación en el ambiente y en las personas. En los ochenta, se certificó el peligro que representaba en la gasolina y se inició el proceso de sustitución por aditivos inocuos.
Se estima que en la década de los setenta se vendían 370.000 toneladas de gasolina con plomo al año en todo el mundo, ascendiendo a 720.000.000.000 de litros de gasolina con plomo en los ochenta y noventa. Cada litro llevaba 0,52 gramos de plomo, con lo que se liberaban casi 375.000 toneladas de plomo a la atmósfera cada año.
El plomo es un elemento muy tóxico, incluso en pequeñas cantidades, ya que no tiene ninguna función en el cuerpo humano. Afecta a múltiples órganos, incluidos los riñones y el sistema nervioso. En las células neuronales, el plomo se adhiere a los neurotransmisores provocando dolores de cabeza, pérdidas de memoria, alucinaciones y tics nerviosos, entre otras dolencias.
Los países han ido eliminando progresivamente el plomo de la gasolina. En 2021 Argelia fue el último país en hacerlo.
Pero este no fue el único invento de Thomas Midgley, ya que en aquel momento General Motors también fabricaba neveras, y le encargaron que desarrollara un nuevo refrigerante. En 1928 inventó uno que no era tóxico ni inflamable, como sí lo eran los refrigerantes de la época, el freón-12 (diclorodifluorometano), gas de la familia de los clorofluorocarbonos (CFC) que, liberado a la atmósfera, contribuyó a destruir la capa de ozono.
En las décadas siguientes, los CFC se hicieron omnipresentes en todo el mundo como refrigerantes, propulsores en latas de aerosol o disolventes.
Hacia los años 60 sus aplicaciones se habían ampliado, entre otros usos, a la industria de envases, a la fabricación de espumas y plásticos.
Fue a partir de 1980 cuando se empezó a sospechar de los CFC como causantes de la disminución de la capa de ozono. En 1995 entró en vigor la prohibición de fabricar e importar estos compuestos en la UE.
La última aportación de Midgley fue el poliestireno, un “corcho blanco” que desarrolló al buscar sustitutos del caucho. Este producto tiene propiedades expansivas y múltiples usos en la actualidad.
Thomas Midgley murió el 2 de noviembre de 1944 en Wothington, Ohio, a los 55 años, víctima de sus propios inventos. Midgley contrajo la poliomielitis y sus secuelas le dejaron las piernas inválidas, lo que le llevó a idear un sistema de cuerdas y poleas para poder izarse en la cama y trasladarse a una silla de ruedas sin ayuda. En 1944, se enredó con las cuerdas del artefacto y se le encontró ahorcado sobre su cama.
El historiador John McNeill escribió de Thomas Midgley que “ha tenido más impacto sobre la atmósfera que ningún otro organismo en la historia de la Tierra”.