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El amianto ha sido un material estrella en la construcción. Sus cualidades destacadas: impermeabilizante, resistente a altas temperaturas, aislante o su bajo coste, lo convirtieron en uno de los materiales más usados en las construcciones en el siglo XX.
Este elemento, también denominado como asbesto, tiene origen mineral y está compuesto por silicatos. Principalmente, distinguimos tres tipos de amianto: el amianto azul, el marrón o el blanco, siendo los dos primeros los más peligrosos y, por tanto, prohibidos en España en los años 1984 y 1993, respectivamente. El peligro de dicho componente reside en su interior, es decir, cuando el amianto es manipulado de forma incorrecta, provocando su desgaste o rotura, las fibras de las que está compuesto son expulsadas y, por tanto, inhaladas por vías respiratorias por aquellos que se encuentre alrededor.
Por su parte, el amianto blanco o crisotilo fue prohibido en España años más tarde, a pesar de que las empresas fuesen conocedoras de los riesgos que conllevaba su tratamiento para los trabajadores de las fábricas del material. Fue en 2001 cuando se decretó la Orden Ministerial del 7 de diciembre de 2001, pero se terminó aplicando en 2002 en dos fases: el 15 de junio se prohibió la fabricación de productos con amianto y el 15 de diciembre se prohibió la producción, comercialización e instalación de amianto y productos con amianto. Por ende, desde que este material entró en España en 1906, hasta su prohibición en 2002, la cifra de amianto que se importó supera las dos millones de toneladas.
Las principales agencias internacionales IARC (International Agency for Research on Cancer) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) han calificado al amianto como cancerígeno de tipo 1, es decir, el más peligroso para los seres humanos. Además, dichas enfermedades tardan en manifestarse varios años tras la exposición. Encontramos, por tanto, varias enfermedades provocadas por la inhalación de las fibras que componen dicho material:
Es la principal enfermedad producida, únicamente, por la inhalación de las fibras de asbesto o amianto. Se define como una patología pulmonar crónica, progresiva y de evolución lenta. Esta enfermedad es causada cuando se inhalan las fibras de amianto y estas provocan la cicatrización del tejido pulmonar. Esto causa la llamada fibrosis pulmonar, cuyos efectos pueden tardar hasta 10 años en aparecer posterior a la exposición. Entre sus síntomas destacamos la disnea (dificultad al respirar), la tos seca y la opresión torácica.
Se constituye como una patología pulmonar grave, crónica y mortal, causante de la mayoría de las muertes por exposición al amianto. Suele aparecer en las personas que padezcan asbestosis o placas pleurales previas, aunque también puede aparecer en personas sin antecedentes. No tienen porqué surgir síntomas y la enfermedad puede aparecer entre los 15 y los 40 años posteriores a la exposición a dicha sustancia.
Se trata de un tumor grave que afecta, principalmente, al tejido que cubre los pulmones (pleura) o a la membrana que protege al abdomen y forma varios pliegues que envuelven las vísceras (peritoneo). Los efectos de dicha enfermedad pueden tardar en aparecer entre 30 o 40 años y su principal síntoma es el dolor en el tórax o en los hombros.
En sus inicios no fue reconocido como una enfermedad derivada del amianto. Sin embargo, finalmente la exposición a este material fue determinada por el Supremo como la causa principal de esta patología. Sus síntomas son varios como, por ejemplo, sonidos respiratorios anormales, tos seca, expectoración con sangre, dificultad para tragar, ronquera y dolor en el cuello o en el oído.
Las consecuencias sanitarias del amianto llevan siendo evidentes desde hace décadas, ya que en los años 70 se detectaron los primeros casos en España. Posteriormente, en 1984 se enviaron peticiones de médicos al Gobierno central pidiendo que se prohibiese el uso de este material, aunque esto se desoyó por cuestiones económicas, tal y como afirmó el neumólogo Juan Ignacio Camargo Ibarra en una entrevista para el diario El Mundo en 2010.
A nivel mundial, la OMS reconoce un total de 92.253 muertes a causa del mesotelioma maligno causado por la exposición al amianto. Asimismo, dicha organización afirma que en 2004 el cáncer de pulmón relacionado con el amianto, la asbestosis y el mesotelioma causados por exposiciones laborales causaron 107.000 muertes.
En cuanto a las previsiones de futuro, un estudio publicado en 2013 en el que participó la Universidad de Granada afirma que habrá muertes a causa de las enfermedades provocadas por la exposición al amianto hasta el año 2040. Es más, en el periodo temporal que va desde 2006 a 2010 el estudio revela que en España fallecieron 1.249 personas a causa del cáncer pleural, de las cuales el 73% son mesoteliomas causados por la exposición previa al asbesto.
Otros datos característicos que revela dicho estudio son que las patologías relacionadas con la exposición a este material nocivo constituyen en la actualidad una de las principales causas de muerte de origen laboral, o que, en Europa y en España, uno de cada dos cánceres atribuibles al trabajo se deben, también, a la exposición a este material.
En conclusión, el asbesto es un material altamente nocivo para la población. Las consecuencias de su rápida expansión y su alto uso en España se han sufrido y, actualmente, se siguen y se seguirán sufriendo. El interés económico prevaleció ante el social y sanitario, afectando a aquellos trabajadores que eran desconocedores de las consecuencias que este material les acarrearía en un futuro constituyéndose como un asesino lento y silencioso.